No hay nada peor que
enterarse de que tu pareja te es infiel cuando tú pensabas que todo iba
bien... Evidentemente, ahora te planteas "¿esto tiene arreglo?".
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SILVIA MARTÍNEZ / MUJERACTUAL
¿Por qué será que nunca nos enteramos de
aquello que no deseamos saber?. La cuestión aquí es tomar las riendas de la
situación y actuar, después... ya se verá si es posible la reconciliación o por
el contrario si la solución es cortar por lo sano.
Siempre existen señales
que nos avisan que algo raro pasa, nuestra pareja no se comporta igual con
nosotros y al pedir explicaciones obtenemos respuestas como "la culpa la tiene el estrés del
trabajo", "últimamente estoy más cansado o cansada que de costumbre".
Veamos si las señales se ajustan de alguna manera a estos cambios:
·
Tu pareja cambia de hábitos sexuales, de
repente ya no quiere mantener relaciones o por el contrario, quiere mantenerlas
de forma muy diferente o poco habitual.
·
Empiezas a notar que tu pareja se arregla
mucho más, intenta parecer más joven, más atractivo o atractiva, cuando nunca
conseguiste que cambiara un mechón de pelo hacia el otro lado. ¿Qué ocurre aquí?
·
Hobbies desconocidos, ahora de repente
prefiere escuchar "hip hop"
cuando antes lo máximo que escuchaba era el serial de las cinco en la radio.
Cuanto menos, hay que considerar que el cambio es raro.
·
Llega a casa mucho más tarde, más reuniones,
más trabajo... muchas excusas que antes no se daban casi nunca. Y si preguntas
al respecto contesta con vehemencia, poniéndose a la defensiva.
Evidentemente estos pueden
ser signos de infidelidad o no, no hay que alertarse si no se está
absolutamente seguro y empezar a ver cosas donde no las hay. Si hay efectivos
indicios de un cambio radical en la vida y la "estética" de nuestra
pareja, parece lógico que empecemos a sospechar algo.
¿Cómo
debemos actuar en estos casos?
Sólo hay dos posibles soluciones: Una es no afrontar el problema y creer que no pasa nada y otra es plantarle cara a la situación.
Sólo hay dos posibles soluciones: Una es no afrontar el problema y creer que no pasa nada y otra es plantarle cara a la situación.
Lo
mejor es sentarte frente a tu pareja y plantear tus dudas acerca de su
fidelidad.
Si lo niega todo pero tú
continuas teniendo sospechas, toma las medidas precisas para probar si existe o
no esa relación.
Afrontada la situación y
con las cartas sobre la mesa, sólo nos quedan dos opciones: perdonarle o
pedirle el divorcio.
Perdonar
no es nada fácil ya que siempre rondará el fantasma de la
infidelidad por encima de la relación y el divorcio puede hacer que se trunquen
muchas expectativas de una vida en común.
La solución es difícil en
este caso, quizás esté en establecer una gran diferencia: Si la infidelidad se debió a un momento de soledad o de confusión y
sólo fue sexo, tal vez haya una posibilidad de comenzar de nuevo, mientras
que si la infidelidad se alarga en el tiempo y es más emocional que sólo un
momento de placer, entonces debemos replantear una situación que se tambalea en
sus cimientos.
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